Los que hace años reían, la noche del pasado viernes al sábado se llevaban las manos a la cabeza. Bueno, sé que no todos. Son varios años y obras tratando el tema de la Tercera Guerra Mundial, y son muchas las personas, algunas de ellas periodistas al servicio del imperio Bilderberg, intentando desacreditarme. Pero el tiempo pone a cada uno en su sitio.
Ha sido abrumador constatar que mientras desde las redes sociales, Twitter sobre todo, el mundo entero se hacía eco de este nuevo episodio de guerra en suelo de parisino, los mass media españoles seguían a lo suyo, con sus programas de imitaciones, programas rosas y películas. Y mientras, el pueblo clamando contra ellos porque quería información. Un ejemplo más de que en los medios no tenemos lo que queremos; el que los consume, elige entre lo que le ponen por delante. Las únicas excepciones fueron 13TV y el Canal 24 horas de RTVE.
Tras la tragedia sucedida en París, quiero hoy compartir algunas líneas que encontrarás en Perdidos pues considero que son pertinentes:
«La guerra no determina quién tiene razón, solo quién muere.» Bertrand Russell (1872-1970), filósofo, matemático y escritor inglés.
En Europa han convivido y conviven, con sus tensiones y sus guerras, las tres civilizaciones monoteístas (musulmanes, cristianos y judíos). Y alguien se está preocupando desde hace décadas de inocular el virus del rumbo perdido y transformarlo en odio que acreciente esas tensiones en vez de tender puentes para derribarlas. Mientras los amos del mundo manejan los hilos de la guerra, el pueblo humano debe centrarse en manejar los hilos de la paz.
Cuando Barack Obama recibió el Premio Nobel de la Paz, en diciembre de 2009, a pesar de que aún sigo preguntándome por qué se lo concedieron si no le había dado tiempo a hacer nada, ni a favor ni en contra de la paz, en su discurso en Ginebra defendió la «guerra justa». En una coyuntura internacional como la actual defendía la necesidad de la guerra para entrar en un periodo de paz. Teniendo como referencia, en este caso, el concepto de paz del imperio Bilderberg, que no es otro que el sometimiento de todos los seres humanos a su sistema. No olvidemos lo que nos enseñó el periodista Eric Blair, más conocido por su seudónimo George Orwell:
La guerra es la paz.
La libertad es la esclavitud.
La ignorancia es la fuerza.
1984.
De la misma manera que hay grupos creados para sembrar el odio entre los europeos, en otros países se incentiva el odio contra los americanos. Para los islamistas radicales Occidente es el gran Satán.
Por encima de todas las estrategias y tácticas que está utilizando el imperio Bilderberg, ¿cuál es el dispositivo absoluto por el que impone su poder? La guerra. Desde el origen del mundo, la fuerza bruta es el mecanismo por el que el más fuerte, o grupos débiles que unidos adquieren fuerza, dominan a otras tribus menos estructuradas o más pacíficas. Pero ¿es posible recurrir a ella en sociedades que aseguran salvaguardar la paz y la ley del derecho? Sí, cuando se plantea la amenaza de un peligro del que hay que defenderse. Entonces, mediante la propaganda lanzada desde los medios de comunicación, se persuade a los ciudadanos de que esa es la única solución, se maquillan las causan, se delimitan y catalogan los enemigos, se tergiversan los datos, el conocimiento, las emociones, los sentimientos, la historia y se extiende el miedo y el odio en el último paso hacia la guerra.
Realmente, anhelan el inicio de una nueva guerra desde hace décadas. La pregunta es, ¿cuándo sucederá? Los últimos atentados en el maratón de Boston, en Londres y en París han sido atribuidos por los portavoces oficiales al islamismo radical. Tras el de Londres, los jefes religiosos islámicos se apresuraron a afirmar que esos actos terroristas no tienen nada que ver con el islam, que el islam es una cuestión muy diferente a la que se predica en Occidente. Suenan tambores de guerra, ¿cuál será la llama que la prenda definitivamente?
Está el conflicto de Corea del Norte. Está la guerra de Siria, alentada al estilo inventado por Rothschild de armar a los dos bandos para luego recoger el botín. Siria está siendo destruida y quien sufre los efectos del feroz belicismo es el pueblo, como siempre.
Por otra parte, la guerra de Afganistán, un país cuyas fronteras artificiales concentran en un mismo territorio culturas de universos tan distintos que el conflicto continuado era, más que inevitable, una cuestión de lógica. «Después de haber estado varias veces destinado en Afganistán —me confía un sargento del Ejército británico— he llegado a la conclusión de que aquello está hecho a propósito para que siempre estén peleándose entre ellos.» Mientras, los amos del sistema se benefician de sus riquezas y su posición estratégica.
Podría seguir escribiendo más, pero lo dejo aquí. Lamentablemente, el tiempo me vuelve a dar la razón y esto que escribí en Perdidos hace ya más de dos años está más vigente que nunca.
Déjennos vivir en paz.