En el día de hoy vamos a concluir la serie de capítulos que iniciamos meses atrás relativos a la Tercera Guerra Mundial y que podrás encontrar mucho más detallado en el tercer capítulo de Perdidos ¿Quién maneja los hilos del poder? Los planes secretos del Club Bilderberg.
La I parte de este capítulo sobre la fase 3 la concluíamos con una pregunta: ¿en una sociedad que asegura salvaguardar la paz y la ley del derecho es posible recurrir a la guerra?
Sí, cuando se plantea la amenaza de un peligro del que hay que defenderse. Entonces, mediante la propaganda lanzada desde los medios de comunicación, se persuade a los ciudadanos de que esa es la única solución, se maquillan las causan, se delimitan y catalogan los enemigos, se tergiversan los datos, el conocimiento, las emociones, los sentimientos, la historia y se extiende el miedo y el odio en el último paso hacia la guerra.
Antes el pueblo sabía identificar a los enemigos y los enfrentaban con las armas o se sometían al imperio. Pero hoy usan a sus soldados políticos para esbozar discursos excelsos en defensa de la democracia, la justicia y la paz. Mientras en secreto construyen su mercado global, que es lo que les interesa, usando a las personas como otra mercancía más. Por ello, porque se ocultan, porque no dan la cara, porque están disfrazados y ponen delante a quienes manejan los hilos para ellos, el pueblo se siente perdido. Quiere luchar, defenderse, ¿pero contra quién? Los medios de comunicación los conducen al laberinto, están perdidos.
La guerra contra la vida
Desde el año 1936, la Fundación Rockefeller sustenta económicamente políticas eugenésicas. Doctrina que defienden la necesidad de frenar el crecimiento humano para evitar una superpoblación argumentando el impacto negativo que un elevado número de habitantes provocaría en el medio ambiente. ¿No les recuerda a la Carta de la Tierra, a la religión única de la ONU en la que la ecología tiene más valor que la vida humana? De ahí que se haga imprescindible, según Rockefeller, aprobar políticas eugenésicas.
O frenamos la superpoblación o el planeta explota. Siempre hace falta un peligro para que aparezca un salvador.
Mientras ellos acaparan no solo riquezas sino espacios, son propietarios de islas, mansiones, extensiones que equivalen a países o Estados, ¿cómo pueden sostener moral y matemáticamente que sobran humanos? Si realmente fuera así, los que están de más son ellos.
Según sus cuentas, a ellos les sobran personas porque tienen contabilizada la cifra de esclavos que necesitan para producir, trabajar y consumir, es decir, para su gobierno mundial. Les sobran los ancianos porque reciben una pensión y ya no trabajan, les sobran los disminuidos psíquicos y físicos, los enfermos. Les sobran los pobres.
Guerra Fría global
La Guerra Fría nunca terminó o más bien se ha metamorfoseado en la Guerra Fría global. Las grandes potencias de entonces, Estados Unidos, la URSS y Gran Bretaña, que establecieron un nuevo mapa geopolítico de forma arbitraria, siguen pugnando por las zonas de influencia, por el statu quo. Dividieron el planeta en bloques milimétricamente detallados en el Tratado de Yalta. Territorios que fueron anexionados, repartidos con la única lógica de que fueran generadores de conflictos continuos, a los que se les esquilmaba la riqueza al mismo tiempo que se les endeudaba.
Muy pocas personas saben que la guerra es un negocio. Tenemos guerras en Afganistán, Pakistán, Irak, Somalia, Siria, Libia, Israel, Palestina, Turquía, el Congo, etcétera. De una manera u otra, todas las superpotencias están implicadas en la guerra, ¿y no es esto una guerra internacional? Tenemos desplegadas las fuerzas de la OTAN y la ONU por tantos puntos del planeta que es inevitable hablar de guerra mundial.
Guerra informativa, ciberguerra, sanciones comerciales y políticas, ataques a los satélites de países opuestos que paralizan las redes informáticas de los principales bancos y canales de televisión, guerra por todas partes. Tambores que comenzaron con el origen del mundo y que pararán, ¿cuándo?