Ya te he contado otras veces que la Tercera Guerra Mundial se compone de tres fases: sutil y discreta, económica y psicológica, y guerra clásica. Hoy vamos a detenernos a ver cómo es utilizada la televisión y la prensa como instrumento de control de Bilderberg en la primera de esas fases.
Al hablar de guerra, hablo de distintos tipos de violencia, psicológicas y físicas. Terroríficas, sutiles y únicamente apreciables por los síntomas y las marcas que dejan en el espíritu humano. Son armas silenciosas de destrucción masiva. De exterminio del libre albedrío.
Los mass media son hoy las espadas y lanzas del medievo en esta guerra para agrandar el imperio Bilderberg mediante el control del pensamiento, que tiene como consecuencia inmediata, la acción social, la adhesión a su ideario. O la inacción, es decir, no hacer nada en contra, no defenderse en esta guerra contra el ser humano.
Mediante los medios de comunicación mantienen la atención del público adulto distraído, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivándolo con temas sin importancia real.
«Si no estáis prevenidos ante los mass media os harán amar al opresor y odiar al oprimido». Malcom X
El objetivo en la fase de la guerra sutil y discreta es adiestrar negativamente a todas y cada una de las personas que pueblan el planeta para vivir no como lo que somos, seres humanos, sino como esclavos del imperio de los amos del poder. Se habla de pensamiento único pero lo que de verdad quieren es un sentimiento único. Los sentimientos humanos están siendo vilmente atacados, adiestrados con el fin de que todos reaccionemos de igual forma ante los estímulos que nos plantean los amos del mundo.
Vivimos en una gran mentira, con varios niveles: local, nacional y global, en la que los medios de comunicación de masas por excelencia y, desde mediados de los noventa, internet, se combinan y se apoyan mutuamente para crear un mundo de teleirrealidad o irrealidad, en el que el espíritu de las personas está sometido a un bombardeo constante para lavarles el cerebro.
Los amos del mundo cuentan con enormes laboratorios extendidos por todo el mundo con la finalidad de estudiar y aplicar acciones manipuladoras de control social cada vez más sofisticadas. Algunos de los laboratorios de los manipuladores globales están en la CIA, la Fundación Rockefeller, el Instituto Tavistock de Relaciones Humanas, la Rand Corporation, la Fundación Carnegie, el M.I.T. (Instituto Tecnológico de Massachusetts), el Centro de Investigación Stanford, el Instituto Hudson, la Fundación Heritage y el Centro de Estuios Internacionales y Estratégicos de Georgetown, donde forman a los trabajadores del Departamento de Estado.
Cuando un líder quiere convencer al pueblo acerca de la necesidad de emprender un proyecto determinado (por ejemplo una guerra), lo hace mediante la repetición infinita de un axioma, sea o no cierto. Porque en estos momentos en los que la sociedad se mueve a un ritmo vertiginoso no hace falta demostrarlo, no hay tiempo. Y para ello la publicidad, la prensa y la televisión son grandes aliados. Un ejemplo de este uso es el que llevó a cabo George W. Bush para atacar Irak. La entrevista que a continuación dejo y que puedes ver en el periódico La Vanguardia del día 28 de octubre de 2006, realizada a un guardián de prisiones norteamericano sobre su intención de voto poco antes de las elecciones legislativas que ganaron los demócratas, es una muestra de ello.
Experimentando con sus cobayas humanas, pronto los científicos descubren que las personas que han perdido sus raíces, los pilares sobre los que crecieron, sus soportes son los más aptos para la manipulación. El objetivo de los amos del mundo se centraría entonces en destruir esas bases, es decir, el núcleo familiar, los principios religiosos, los sexuales y todos aquellos que adquirieron desde la niñez. Había que encontrarle sustitutos a estos principios y en este campo es importante destacar que la maquinaria de Hollywood funcionó como un arma afilada e invisible para desbancar los valores humanos en beneficio de los valores del mercado. Las series juveniles made in USA fueron exportadas a todos los rincones del planeta.
Pero no solo tenemos que irnos a las series americanas que luego son importadas por el resto de países. En España mismo tenemos ejemplos, quizá el último la mini serie de Telecinco (como ya sabéis, de Mediaset, con accionistas ligados al entorno del imperio Bilderberg) Los nuestros. Una serie en la que secuestran a dos niños españoles en Mali y nuestros valerosos soldados tienen que rescatarlos de los yihadistas, que como sabes es el nuevo enemigo, el que no puede faltar, no ya en todos los informativos de la tele, sino tampoco en las series en prime time. Y, además de encontrar a los ‘buenos’ y a los ‘malos’ (imagino que sabes quienes son unos y otros), encontramos un cartel de actores que harán el deleite de adolescentes (y no tan adolescentes) con un reparto de actores altos, fuertes y guapos (de ambos géneros) encabezados por dos de los sex symbol españoles de la pequeña pantalla, como son Hugo Silva y Blanca Suárez.
Y como realmente, gracias a sus laboratorios y a sus académicos e investigadores, ha llegado a conocer la condición humana sabe qué hilos son los que debe tocar y manejar para llevarnos a su terreno. Desde un plató de televisión (o como en este caso, desde una serie de televisión), las opiniones creadas se extienden a la calle y las personas que las comentan y repiten no son conscientes de cómo están manipulando su voz, su pensamiento, sino que creen realmente que están ejerciendo su libertad. No advierten que los temas transcendentes son otros o que la verdad está en un dato o en un punto de vista que se les oculta, por ello creen que están pensando por sí mismos cuando en realidad sus opiniones vienen marcadas desde la cima del poder.
Para que la visión personal acerca de un asunto fuera realmente independiente y libre sería necesario contar con toda la información verdadera acerca del mismo, pero el poder no lo permite porque quiere esclavos, zombis, muertos vivientes y no personas libres que cuestionen la versión oficial.
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