En anteriores artículos he hablado de la Tercera Guerra Mundial y sus tres fases. Ya hemos visto la primera fase, la guerra sutil y discreta y hoy pasaré a la segunda: la guerra económica y psicológica. ¿Os atrevéis a seguir leyendo?
“Debemos inaugurar un nuevo orden monetario mundial” – N. Sarkozy (29 marzo 2010 en la Universidad de Columbia).
Esta era la máxima de los líderes europeos y norteamericanos tras la inauguración de la crisis. Desde entonces, esta se convirtió por sí misma en un ente con poder para cambiar las estructuras de los países declarados en crisis. Crisis era sinónimo de poder.
La mayoría de vosotros pensará que la crisis comenzó a finales de 2007 y principios de 2008. Pero realmente tenemos que remontarnos a unos años antes, cuando las entidades financieras abrieron el grifo del crédito para todo el mundo y nos convertimos en sociedades ricas hasta que de pronto, de un día a otro, lo cortaron de manera radical. ¿Cuál era el motivo?
“El conflicto provoca el cambio y el conflicto planificado provoca el cambio planificado” – Hegel.
Desde la II Guerra Mundial no ha habido grandes conflictos militares en Europa, si exceptuamos el caso de Yugoslavia. Si no hay guerra, no hay beneficios económicos. Por ello, los grupos de poder te declaran una guerra financiera y te intervienen e imponen leyes para solucionar el problema que ellos mismos han causado.
Para los amos del poder la guerra es un instrumento de organización social. La crisis es una guerra económica para establecer una esclavitud humana más sofisticada, acorde a su concepto de sociedad global. Pero en realidad esto es un invento muy antiguo, pues ya en el Imperio asirio el deudor quedaba a expensas del prestamista, trabajando como un esclavo a cambio de techo y comida hasta la extinción del compromiso económico contraído.
En esta coyuntura de crisis económica, el BCE ofreció los conocidos rescates a cambio de comprar la soberanía nacional, algo que perdimos cuando en una Unión Europea controlada por Bilderberg, con una Comisión presidido en aquel momento por el destacado miembro del Club Durao Barroso, aprobaron el Tratado de Lisboa, donde se incluía una drástica cesión soberanista. El documento incluía un nuevo cargo que antes no existía, el de Presidente de la Unión, que cayó en manos del bilderberg Herman Van Rompuy.
“Los Estados deben comprender que hace tiempo que perdieron su soberanía” – Mario Draghi (presidente del BCE).
Entonces, ¿dónde está el dinero que faltaba en los bancos y que a partir de 2008 los gobiernos comenzaron a pagar a los fondos que aportábamos los contribuyentes, es decir, el pueblo?
La respuesta a esta pregunta la obtendréis en la segunda parte de este artículo sobre la guerra económica y psicológica. Por cierto, Mario Draghi y su antecesor, Jean Claude Trichet, también son bilderberg. Este último, además, es el director europeo de la Comisión Trilateral y miembro directivo del FMI.
Durao Barroso se fue, pero llegó otro bilderberg para ocupar su cargo: Jean Claude Juncker, que se acaba de cubrir de gloria con el asunto de los paraísos fiscales, aunque quien haya leído Perdidos ya conocía estos vínculos financieros de multinacionales y bilderbergs.
Ya ven la democracia que tenemos en la Unión Europea, democracia al Bilderberg style.