Los sucesos de Ucrania y Crimea están revelando a quienes aún no se habían atrevido a abrir los ojos, la verdadera naturaleza del mundo: conquistar, mantener y expandir el poder a costa de lo que sea.
Por estas elevadas causas se forman bloques, como la Unión Europea, y grupos secretos. El más famoso y elitista de todos es el club Bilderberg, al que investigo desde hace una década y considero el grupo secreto más conocido del mundo. Portavoces oficiales y oficiosos de ambas entidades se han empeñado en defender que estas uniones nacieron por una noble aspiración: la paz.
Por ejemplo, el aristócrata y bilderberg Denis Healey, ex ministro de Economía y de Defensa del Reino Unido, realizó unas reveladoras declaraciones al periodista inglés Jonh Ronson donde promocionaba esta idea de paz: “Decir que nos esforzábamos por establecer un único gobierno en el mundo es exagerado, pero no es enteramente incierto. Nosotros, en Bilderberg, sentíamos que no podíamos continuar luchando el uno contra el otro para siempre y matar a la gente y dejar a millones de personas sin hogar. Así que pensamos que una sola comunidad en todo el mundo sería una buena cosa”.
Otra muestra de esta loable aspiración pacifista la encontramos en las declaraciones del presidente de la Comisión Europea, el también bilderberg Durao Barroso, quien, en vísperas de la ceremonia de entrega del Nobel de la Paz a la UE, exclamó: “Este premio es un reconocimiento justo de ese magnífico proyecto de paz que es la Unión Europea”.
Cualquiera que conozca solo un poco su historia sabrá que la Unión Europea nació como un mercado y no como un proyecto de paz, pero quienes mueven los hilos del poder aprovechan cualquier ocasión para hacer propaganda de sus creaciones y, desde el punto de vista del marketing, la paz siempre es más estética que el dinero. Pero no. La paz nunca fue ni será el fin último de una alianza geopolítica; el objetivo de estas coaliciones es el poder.
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Paz o poder
Tan acostumbrados estamos a sus ambigüedades, silencios y falacias que nos sorprende que un político ose llegar tan lejos como Tony Blair, el candidato vencido a presidir el Consejo Europeo y miembro del imperio bilderberg, quien se ha expresado de una forma pasmosamente clara. Uno de los efectos de esta crisis es el auge del nacionalismo en todos los países europeos, pues son muchos quienes consideran a la UE el gran enemigo de las soberanías. Unos pocos meses antes de la reunión anual de Bilderberg 2013 en Reino Unido, el ex Premier (laborista) se opusó al creciente nacionalismo británico argumentando en un artículo en Mail on Sunday que ahora existe un nuevo motivo para la unión que nada tiene que ver con la paz: “Estoy de acuerdo también con la defensa de David Cameron (conservador) de por qué Gran Bretaña debe permanecer como miembro de pleno derecho de la Unión Europea. En 2013 hay una nueva razón de ser, que es más fuerte, más clara y más duradera: no la paz, sino el poder”.
Ahí lo tienen clara e inesperadamente expresado por boca de alguien que sabe de lo que habla, de alguien que trabaja y pertenece a los núcleos del poder. Siento contradecirle, señor Blair, pero el poder no es una nueva razón de ser sino una motivación tan vieja como el mundo. Siempre, señor Blair, siempre se trató del poder. El mundo se mueve para conquistarlo o para mantenerlo, y los sucesos de Ucrania y Crimea están revelando a la luz pública cómo de cínicos o hipócritas pueden ser los que aseguran que las uniones, los bloques o los clubes elitistas se forman para conquistar la paz. Es bueno que alguna vez un miembro del olimpo del poder hable claro porque pone en evidencia a aquellos paniaguados y sofistas que se empeñan en convencernos de que trabajan y se unen por el bien del planeta en vez de por el suyo propio.
Las mentiras del Premier
En 1954 se celebró la primera reunión oficial del Club Bilderberg en Holanda con la intención de suscribir la mayor alianza del mundo occidental entre los propietarios del dinero, los funcionarios y presidentes de gobierno, los servicios secretos y militares, el ámbito académico, el de las multinacionales y las comunicaciones, así como la realeza y la aristocracia europea. Desde entonces han celebrado reuniones en Europa, EEUU, Canadá y Turquía preservando su secreto hasta que en 2007 decidieron mostrarse al mundo siguiendo uno de sus axiomas predilectos: si usted aparenta poder, la gente enseguida se lo concede.
Unos años antes, en 1993, Tony Blair fue reclutado por el Club Bilderberg, que suele fijarse en jóvenes promesas para lanzar sus carreras al estrellato a cambio de que presten sus servicios a los objetivos de la distinguida entidad. El primer encuentro con la elite no fue nada mal, así que un año después se convirtió en el presidente del Partido Laborista y tres años más tarde en Primer Ministro.
A partir de entonces los parlamentarios británicos comenzaron a cuestionar sus vínculos con Bilderberg. En marzo de 1998, le preguntaron cuántos miembros de su Gobierno habían asistido a reuniones del Club y su respuesta fue tajante: “Ninguno”. Como él mismo formaba parte de su Gobierno, negaba su propia asistencia mintiendo con total impunidad en una cámara democrática. Estaba bien aleccionado por Bilderberg para mantener el secreto de las reuniones.
Al año siguiente, le requirieron el nombre de los ministros y funcionarios que asistirían a la reunión del grupo en Sintra (Portugal) y le pedían que realizara declaraciones al respecto. Esta fue su respuesta: “Me han dicho que el Grupo Bilderberg suele invitar a un número de personas del gobierno, la política, la industria, las finanzas y la educación de un gran número de países a su conferencia anual. No hay representación oficial del Gobierno del Reino Unido”. “Me han dicho”, respondió Blair como si él no conociera de primera mano la naturaleza de los invitados. Tampoco le preguntaban si alguno de los ministros y funcionarios que pudiesen asistir lo harían como representantes del Gobierno sino cuáles eran sus nombres. Pero no lograron sacarle una palabra más.
Y de nuevo en el parlamento británico, en 2006, Norman Baker le interrogó acerca de si iba a proporcionar la información solicitada desde 1997 respecto a sus amistades con el distinguido grupo. El Premier volvió a negar con contundencia: “No he asistido a esas reuniones”.
Pero en junio de 2012, el que había mentido en repetidas ocasiones en su propio parlamento recuperó de súbito la memoria ante una pregunta realizada por un periodista de www.wearechange.org
– Reportero: ¿Qué opina del Club Bilderberg?
– Blair: Un grupo muy útil. Recuerdo haberme reunido con ellos en 1993. Es un gran logro que gentes de diferentes partes del mundo se reúnan, así que lo veo como algo bueno.
No logro entender la segunda pregunta, pero sí se advierte que Blair se siente un tanto incómodo y apurado y responde con titubeos:
– Eeeh… sí, bueno… tal vez haya cambiado algo desde que yo fui.
Sus respuestas delataron que había mentido reiteradamente al Parlamento. ¿Cómo podemos fiarnos de políticos, de líderes mundiales que mienten de forma tan impune? ¿Nos dicen la verdad en algún momento?
Desde los años 90, en la Cámara de los Comunes y en la de los Lores se han formulado numerosas preguntas sobre Bilderberg que han quedado sin respuesta o encontraron las evasivas y ambigüedades propias del lenguaje político. En España se han enunciado tres, pese a que los tuvimos reunidos en Sitges en 2010. Los parlamentarios de la UE también han cuestionado incontables veces a la polémica entidad y a sus asistentes, como el ex ministro Pedro Solbes, Romano Prodi, Mario Monti o el presidente del Consejo Europeo Van Rompuy obteniendo idéntico resultado.
Este domingo se celebran elecciones europeas y dice la propaganda electoral que el poder lo tenemos nosotros. Lo tenemos. Tenemos el poder de reaccionar porque ahora mismo el poder está en otras manos, en las manos de Bilderberg.
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