George W Bush y ministros de Economia del G 7 anunciando la crisis tras la caida de Lehman Brothers

Caída de Lehman Brothers: ¿Qué ha ocurrido en el mundo seis años después?

Acaba de cumplirse el sexto aniversario de la presentación oficial de la gran crisis (a la que yo denomino la I Crisis Global), que hoy seguimos padeciendo.

 

“Reconocemos que esta es una seria crisis global que requiere una respuesta global”.

 

Esta era la afirmación que hacía el entonces presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, tras la reunión con los ministros de Economía del G7, que aparecían en la foto en fila unos pasos detrás de él. El detonante, según apuntó Bush, fue la caída de Lehman Brothers. ¿Qué ha ocurrido en el mundo desde entonces?

Reconocemos que esta es una seria crisis global que requiere una respuesta global

 

En 2008, en The Guardian se publicó que el agujero negro del sistema financiero internacional superaba los 2.4 millones de euros. No es necesario recordar que en ese escenario en el que Bush se presentó junto a los altos mandatarios económicos mundiales, se argumentó que la causa de la crisis eran los préstamos concedidos a personas sin recursos económicos, las llamadas hipotecas subprime o hipotecas basura.

Sin embargo, si nos fijamos en el titular de la siguiente noticia publicada un año antes que la que abre este artículo, el entonces presidente de la Reserva Federal (el homónimo estadounidense al Banco Central Europeo), Ben Bernanke, estimaba la crisis de las hipotecas subprime en unos 72.000 millones de dólares, un porcentaje pequeño de ese total de 2.4 millones del que se hacía eco The Guardian.

importe hipotecas basura o subprime

 

¿Dónde había ido a parar esa suma? ¿Quién manejaba ese agujero negro? ¿Dónde estaba el dinero que faltaba en los bancos y que a partir del año 2008 los gobiernos comenzaron a pagar con los fondos que aportábamos los contribuyentes, osea, tú y yo?

Desde entonces, hemos asistido horrorizados a un proceso en el que ingentes cantidades de dinero de los contribuyentes acababan en las arcas de esas entidades financieras con el fin de rescatarlas. Y, al mismo tiempo, muchos de esos rescatadores eran desahuciados de sus casas por el rescatado. ¡Vaya paradoja!

En estos seis últimos años hemos y aún estamos sufriendo recortes de todo tipo: en educación, en sanidad, en los sueldos. Un extenso sector del pueblo está siendo abocado a la miseria, a quedarse sin trabajo, a abandonar sus estudios porque no pueden pagarlos, mientras un pequeñísimo porcentaje de la población, la de los poderosos millonarios, ven año a año a pesar de la crisis, o mejor dicho gracias a la crisis, cómo sus cuentas corrientes van en aumento.

En estos últimos seis años también hemos asistido, entre otras novedades, a la renovación de varias monarquías europeas, siendo la abdicación de Juan Carlos I la última ellas, justo al día siguiente de finalizar la reunión 2014 del Club Bilderberg, que también ha renovado en estos años su cabeza visible pasando del aristócrata belga Etienne Davignon al noble francés Henry de Castries.

No podemos olvidar la aparición fulgurante de la gran estrella mediática y último gran producto de marketing del imperio Bilderberg, el salvador mundial Barack Obama, Premio Nobel de la Paz al año de ser investido presidente y defensor, en su discurso como Nobel de la “guerra justa”. Para decirlo más claro: un príncipe de la paz que en estos días está en Oriente Medio buscando aliados para hacer la guerra. Porque desde que el troyano del Club Bilderberg llegó al poder, se incrementó el belicismo en el mundo: guerra en Oriente Próximo, muerte de Bin Laden (pero del cuerpo no se sabe nada), Ucrania, África, Guerra Fría Global y un largo etcétera. Sin olvidarnos del nuevo enemigo, del que nadie sabía nada hasta diez días después de la reunión Bilderberg 2014: el ISIS.

No quiero olvidarme de las pandemias. Primero fue la gripe A, un fenómeno que desmonté en mi libro anterior (El Club Bilderberg. La realidad sobre los amos del mundo), y este verano, el virus más potente, el del miedo, nos ha sido inyectado a través de los mass media con un gran protagonista: el ébola.

El Club Bilderberg. La realidad sobre los amos del mundo (Absalon)

 

Corrupciones políticas de todo tipo, desde los Pujol pasando por todos y cada uno de los que se han puesto al frente del Fondo Monetario Internacional, relaciones fuera del matrimonio de presidentes de gobierno… Pareciera que pocas cosas funcionan en el mundo para lo que realmente fueron creadas o inventadas.

Los peones, los caballos, los alfiles de la partida de ajedrez se siguen moviendo, algunos caen, pero la reina y el rey permanecen erguidos observando y dirigiéndolo todo para intentar dar el último golpe de efecto, su jaque mate que conduzca a la humanidad hacia un laberinto en cuya entrada ondea una bandera donde se lee: “Perdidos”. ¡Y nosotros debemos impedirlo!

 

Foto: http://www.zimbio.com

 

conferencia de paz israel

El mundo después de la reunión del Club Bilderberg 2014 (I parte)

Más de un mes después de la reunión del Club Bilderberg 2014 nos preguntamos: ¿Qué está ocurriendo en el mundo y qué repercusiones ha tenido?

El 8 de julio, al mismo tiempo que en los cielos de Israel y Palestina silbaban los misiles y las alarmas antiaéreas ululaban en las calles hebreas como banda sonora del terror, se celebraba en la capital administrativa de Israel, Tel Aviv, una conferencia de paz. “Es la hora de la paz”, esgrimía el eslogan publicitario en el que dos palomas personificadas en los presidentes palestino, Mahmoud Abbas, e israelí, Simon Peres, sostienen una simbólica rama de olivo. Ambos participaron en el encuentro, uno detrás del otro, en una dura paradoja de la paz mientras caían los muertos, lloraban las madres y se aterrorizaban los niños. Es el tiempo de la paz pero también es el tiempo de la guerra. Impresionan las aristas de la vida humana.

 El 8 de julio Hamas disparó más de treinta misiles contra Tel Aviv y Jerusalén, algo que no ocurría desde noviembre de 2012, mientras Israel bombardeaba Gaza. Muchos manifestaron su indignación en las redes ante la falta de visión de la prensa. Un mes después de la 62ª edición del Club Bilderberg observamos que el mundo ha acelerado el ritmo. Tras la clausura del foro internacional más importante del mundo, la guerra civil se intensificó en Siria; se proclamó un Califato Islámico (el primero desde el fin del Imperio otomano en el año 1924) que controla partes significativas de Irak y Siria  y, además, reclama España como la tierra de sus abuelos amenazando con reconquistarla; una Irak desmembrada y una Irán perdida; una cruenta guerra civil entre Israel y Palestina transforma las palomas de en halcones. Y todo ello sin salirnos de Oriente Medio ya que hay otros conflictos cociéndose a fuego medio. Aunque el enviado especial de El Mundo, Sal Emergui, no ha reflejado el vínculo cronológico en su crónica del día 8, no le ha pasado por alto que el ritmo del planeta ha cambiado desde una fecha clave: el 2 de junio, es decir, solo un día después de la finalización del foro Bilderberg celebrado en Dinamarca del 28 de mayo al 1 de junio. Recordemos que el lunes 2 de junio es, además, el día que el Rey Juan Carlos anunció su abdicación. Por muchos motivos esa fecha va a quedar marcada a fuego en los renglones torcidos de la Historia. Esta es la frase de El Mundo a la que acabo de referirme:

 Los acontecimientos se han precipitado a un ritmo vertiginoso desde que el 2 de junio Al Fatah y Hamas pactaran un gobierno de unidad formado por tecnócratas. Netanyahu criticó duramente este pacto pero la tensión se disparó el pasado 12 de junio cuando tres adolescentes judíos fueron secuestrados y asesinados. Israel acusó a un comando de Hamas e inició una masiva redada arrestando a más de 400 líderes y militantes islamistas en Cisjordania.

El mismo lunes 2 de junio me entrevistó el periodista Miguel Ayuso, de El Confidencial, y expresé que esta había sido la reunión más guerrera que he observado en toda una década dedicada a investigar al Club y que en esta ocasión se habían cerrado importate negocios de guerra. Al día siguiente publicó la entrevista, que hoy se convierte en una prueba fehaciente de las afirmaciones que realicé en esa fecha clave.

En opinión de Martín Jiménez, el club Bilderberg está preparando el escenario para un posible gran conflicto bélico: “Lo que han consensuado es que de aquí a unos meses o un año va a haber una gran reestructuración militar, económica y comercial originada por un cambio importante en la historia del mundo: un conflicto bélico de grandes dimensiones”.


El cisma del mundo árabe está generando elevados beneficios a las multinacionales con empresas de material bélico. En el hotel Marriott de Copenhagen estaban, entre otras, Airbus y Saab, implicadas en la cadena de fabricación de aviones de combate. De hecho, tan solo una semana antes de la conferencia, Saab firmó un acuerdo de 300 millones de coronas con el ministerio de Defensa sueco para proporcionar servicios avanzados en materia aérea a las Fuerzas Armadas durante los años 2014 y 2020. Los jefes de los fondos de capital HSBC, KKR y UBS, que ofrecen servicios financieros en todo el mundo, la directora del FMI, Christine Lagarde, o el presidente de Deutsche Bank y miembro del comité directivo de la farmacéutica Bayer, Paul Achleitner, así como la firma Goldman Sachs y las petroleras BP, Shell o EXXON recibían información privilegiada sobre la verdadera situación en Ucrania, China, Japón y Oriente Medio. El director general de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas, Ahmet Üzümcü, tampoco se perdió el encuentro y tan solo tres semanas después supervisaría la entrega del arsenal químico del Gobierno sirio. ¿Pero qué hacían todos estos inversionistas, burócratas y representantes de petroleras en unas reuniones secretas donde se habló de las crisis, guerras y conflictos presentes y futuros a lo largo y ancho del globo? Conocer el plan por el que iban a apostar EEUU y sus aliados proveía de claves esenciales para invertir el dinero. El imperio Bilderberg iniciaba una nueva campaña bélica y aquellos que inviertan en guerras recogerán botines.   Continuará…  

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Imagen de cabecera: http://www.haaretz.co.il

El periodismo al servicio de Bilderberg

¿Por qué mi profesión, el periodismo, es la segunda peor valorada por los españoles? ¿Están los medios de comunicación y el periodismo al servicio de Bilderberg y su imperio? Días como el de hoy te acercas al kiosco, te conectas a los diarios digitales y encuentras la respuesta.

Desde pequeña soy curiosa. Desde pequeña me hago preguntas. Desde pequeña sé que quería ser periodista. Periodista, no una persona dedicada al entretenimiento de masas.

Recojo en la página  157 de Perdidos un fragmento de aquel memorable discurso de John F. Kennedy  del 27 de abril de 1961 ante la American Newspaper Publishers Association, que dice así:

“Sin debate, sin crítica, ninguna Administración ni país pueden tener éxito y ninguna república puede sobrevivir. […] Y es por ello que nuestra prensa fue protegida por la Primera Enmienda, el único oficio en Estados Unidos protegido específicamente por la Constitución, no precisamente para divertir y entretener, no para acentuar lo trivial y lo sentimental, no para dar simplemente al público lo que desea, pero sí para informar, despertar, reflejar, para indicar nuestros peligros y nuestras oportunidades, para indicar nuestras crisis y nuestras opciones, para conducir, moldear, educar y alguna vez, incluso, encolerizar a la opinión pública […]. Y por tanto, es en la prensa, la registradora de los hechos del hombre, la guardiana de su conciencia, la mensajera de sus noticias, en la que buscamos fuerza y ayuda, seguros de que con su ayuda el hombre será lo que nació para ser: libre e independiente”.

Seis millones de parados, corrupciones día sí día también, engaños, mentiras, guerras. Noticias importantes para ejercer el periodismo las hay a montones, sin embargo, me embarga la tristeza cuando me acerco al periódico y la noticia que abre portadas es un partido de fútbol. Y no en periódicos deportivos, que se sobreentiende. En periódicos generalistas, en mass media.

 

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Y la estupefacción me invade cuando en periódicos provinciales, de ciudades que aparentemente nada tienen que ver con dicho equipo, también abren con esa noticia.

 

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“Si una publicidad televisiva se dirige a una persona tratándola como si tuviese doce años de edad, entonces, en razón de la sugestión, el consumidor potencial tendrá, con una cierta probabilidad, una respuesta o una reacción tan desprovista de sentido crítico como la de un niño de doce años”.

Según señalo en la página 154 de Perdidos, concretamente en el Capítulo dedicado a la III Guerra Mundial. La frase “III Guerra Mundial” fue trendig topic el 24 de abril, que casualmente fue el 40 aniversario de la Revolución de los Claveles y, como sabéis, el día que di mi conferencia en Lugo. Nada es casual; como dijo Víctor Hugo “la casualidad es el plato que sirven los bribones para que se lo coman los necios”.

El artículo 20 de la Constitución española de 1978 reconoce y protege el derecho de todos los españoles a recibir información veraz.

Artículo 20.1.d: se reconocen y protegen los derechos a comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión. La ley regulará el derecho a la cláusula de conciencia y al secreto profesional en el ejercicio de estas libertades.

Sin embargo, este derecho no se está cumpliendo y nuestro Estado, nuestros gobernantes no lo protegen. Mientras sigan existiendo reuniones secretas en las que nuestros representantes intercambien y reciban una información que necesitamos conocer, una información esencial para que los ciudadanos de cualquier comunidad puedan acudir a las urnas libremente, sin condicionamientos ni noticias interesadas, no habrá democracia. Así que cada uno de nosotros no podemos conformarnos con lo que los medios de masas dirigidos por los amos del mundo quieran contarnos, como un niño de doce años que se conforma con una chocolatina. Debemos ir más allá. Leer, aprender, buscar aquí y allá, críticas y análisis, lo bueno y lo malo, y encontrar la verdad, la auténtica verdad, y rechazar la “verdad” fabricada en los laboratorios de marketing, esa que nos venden día a día en sus medios de comunicación los amos del mundo.

Si quieres estar más informado sobre estos temas te invito a descargar gratis el primer capítulo de “Perdidos, ¿quién maneja los hilos del poder? Los planes secretos del Club Bilderberg”. Y si tu interés se acrecienta también puedes comprar Perdidos.

Besos.

Cristina Martín Jiménez

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¿En los mass media encontramos lo que queremos o lo que decide el Club Bilderberg?

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El pasado jueves, en la entrevista que me hicieron en Neo FM, me preguntaban, o me afirmaban, más bien, que en PERDIDOS, Los Planes Secretos del Club Bilderberg, palabras textuales «le daba fuerte y flojo a los mass media».

Me preguntaban, entre otras cosas, por qué en vez de haberme dedicado a estar, por ejemplo, trabajando «tranquilamente» en un medio de comunicación, tomé el rumbo de escribir.

Soy periodista. Me gusta ser periodista, desde pequeña ya quería serlo. Y si hoy vuelvo la cabeza atrás, pienso que no me equivoqué en mi decisión de estudiar periodismo.

Pero sí, como me decía Manuel en la entrevista, en PERDIDOS soy bastante crítica con los medios de comunicación, con los mass media.

Una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en una verdad. Esto repetía como un mantra el jefe de propaganda nazi, Paul Joseph Goebels.

La mentira institucionalizada, es decir, la mentira como una entidad por sí misma, como un poder, es una forma de violencia, de intimidación. Mediante las mentiras nos asustan, siembran el miedo, somos atacados de una forma tan sutil que nos incapacitan para percibirla (página 161 de PERDIDOS).

Así pues, no desviándonos del título del post, ¿es verdad o mentira que en los mass medias podemos ver, oír  o leer lo que queremos? ¿Qué opciones hay?

Pones los informativos y, sean de la cadena que sean, las mismas noticias, con las mismas imágenes, pero comentadas desde el punto de vista de su ideología política.

Si la noticia es de, por ejemplo, una manifestación, ten por seguro que lo que te van a mostrar es la excepción, los altercados que provocan la pequeña minoría.

Y si no, tenemos los Sálvame, los Punto Pelota, los debates políticos, etc. Son tres ejemplos de programas distintos pero iguales. Varios señores y señoras sentados por grupos, unos frente a otros, en función de sus ideologías y/o intereses, «debatiendo» quién lleva la razón en este tema o en otro.

Y esto lo encontramos en todos los mass medias.

¿Esto es lo que queremos ver?

Mentira.

Con todo esto nos llevan a un empobrecimiento ético y de nuestros valores, a extender el miedo y el odio. Este miedo, este «yo en eso no me meto si no me afecta directamente no vaya a ser que…». Con ello nos privan de nuestra libertad. Y nos manejan a sus anchas.

Mentira.

Yo no quiero ni ver, ni oír, ni leer eso en los mass media. A mí me gustarían temas de ufología, de parapsicología, programas o series de humor sarcástico, descubrimientos increíbles, ver cómo destapan los chanchullos y corruptelas de algunos y cómo estos acaban pagando por ello.

Mentira.

Los mass media no son democráticos. En ellos no puedo elegir lo que a mi me gustaría. No me dan opción.

¿Qué puedo hacer?

Martin Luther King: No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética. Lo que más me preocupa es el silencio de los buenos (página 163 de PERDIDOS).

¡Apaguen esa porquería!

Nos gusta ver televisión pero, ¿podemos escoger libremente que ver? Cuando la encendemos y nos desagrada todo lo que nos proponen para ver, si no cambiamos de canal es porque no hay ninguno más y, a veces, hasta nos vemos obligados a apagarla. Entonces, ¿qué tipo de libertad estoy ejerciendo en esos casos? ¿Existe la democracia en televisión?

Siempre he pensado que, a lo largo y ancho de sus días en la Tierra, los grandes genios han vivido momentos de insoportable soledad. Y si aún no te has parado a meditarlo, imagina una mente portentosa, capaz de adelantarse a su tiempo y a los avances científicos o espirituales de la época. Cerebros dotados para entender cuestiones fuera del alcance de un ser humano tan común como tú o como yo, para inventar artilugios o elaborar teorías que a sus coetáneos les parezcan poco más que las excentricidades de un loco. Hago un esfuerzo por vislumbrar la insobornable impotencia y la rabia del almirante Cristóbal Colón cuando trataba inútilmente de convencer a empresarios y reyes de que había un camino más corto para llegar hasta las Indias. Intento ponerme en la angustiada piel de Galileo Galilei cuando profundizaba en la visión de Copérnico y se debatía entre las tinieblas de la  incomprensión al revelar la luz de la teoría heliocéntrica. Quizás fue en un momento de desesperación, ante la risa sarcástica de algún rival o tal vez de una persona muy cercana, cuando Albert Einstein afirmó: “¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”.

Siempre he creído que una persona puede estar muy equivocada en unas creencias u opiniones y muy acertada en otras y voy a poner un ejemplo muy concreto. El historiador e investigador español Ricardo de la Cierva, ex catedrático de Historia Moderna y Contemporánea de la Universidad de Alcalá de Henares, es vilipendiado y ridiculizado por muchos debido a su trabajo como jefe del Gabinete de Estudios sobre Historia en el Ministerio de Información y Turismo durante el régimen franquista. No voy a entrar a valorar esto porque me desviaría del tema al que pretendo llegar. Lo que quiero decir es que quizá sea un facha, que no es la cuestión que estoy abordando, sino que su trayectoria política no desacredita en absoluto su brillante y prolífico trabajo de investigación masónico. Aquellos que lo prejuzgan por su ideario político y como consecuencia declinen leer sus obras, se pierden un conocimiento muy preciado que nadie más podrá brindárselo, ya que su trabajo es único y singular. De todos se aprende.

Otro ejemplo. Miembros de su propia familia, como su nieta Paloma o alguna ex, han demonizado la personalidad del inclasificable Pablo Picasso, tachándolo de sádico, egocéntrico, narcisista y maltratador psicológico. Y, pese a todo, eso no resta un ápice a su genialidad artística.

Prosigamos. No estoy de acuerdo con algunas acciones del presidente de la República de Ecuador, Rafael Correa. Pero no puedo restarle nada de razón cuando calificó como “porquería” el programa televisivo de la peruana Laura Bozzo ordenando al director de la cadena que cesara la emisión. Míralo; es muy corto:

 

 

Y aquí, la respuesta de Laura Bozzo:

 

 

Era de esperar que la presentadora se mostrara indignadísima, pero como Periodista que soy no le voy a pasar por alto esta afirmación que acabas de escuchar:

“No hay institución más democrática que la televisión. La gente decide si es una porquería y si lo ve o no lo ve”.

¡Por favor! Repito, como Periodista, estoy cansada de oír que la audiencia elige lo que quiere ver en televisión. Es decir, la consabida sentencia “si un programa tiene audiencia es porque a la gente le gusta y lo ve, si no lo tiene muy fácil: que cambie de canal” es una gran mentira que repetida mil veces se ha convertido en una verdad. Nos gusta ver televisión pero no es cierto que podamos escoger libremente. Cuando la encendemos y nos desagrada todo lo que nos proponen para ver, si no cambiamos de canal es porque no hay ninguno más y, a veces, hasta nos vemos obligados a apagarla. Entonces, ¿qué tipo de libertad estoy ejerciendo en esos casos? Piensa en el programa, serie, documental, concurso o película que te encantaría ver cuando te arrellanas cómodamente en tu sofá tras un día de estresante trabajo. Si yo pudiera escoger, elegiría ver programas en los que a los políticos no se les hiciera la cama sirviéndoles en bandeja de plata las preguntas que ellos desean responder. Esta situación suele darse en las televisiones públicas, donde el político invitado es el jefe de una determinada administración: desde un alcalde a un presidente de gobierno, pasando por los presidentes autonómicos, sus portavoces y toda su cohorte. Pero no es exclusiva de un ente público sino que también se da a diario en las cadenas privadas. Cada una de éstas suele apoyar a los representantes del signo que más predomine entre su accionariado. Si gustas, entro más al trapo con nombres y apellidos, aunque estimo que es del todo innecesario, ya que a estas alturas sabes muy bien de qué sabor es el bacalao que se sirve en cada cocina (entendida ésta como el lugar donde se cuecen las noticias antes de servirlas a la mesa en la que degustas tu deliciosa comida frente al televisor).

Si pudiera elegir libremente, lo que vería cada noche serían documentales de ufología donde se investiga la huella de los dioses con un rigor científico fuera de toda duda. Me sentaría en mi mullido sillón de oreja, cogería el mando a distancia y pondría un programa de investigación en el que una parapsicóloga, dotada con la sagacidad de Sherlock Holmes, iría desmontando uno por uno los fraudes que comenten aquellos tuertos que se convierten en reyes en el país de los ciegos. Si yo pudiera elegir libremente, me engancharía a una serie de humor sarcástico en la que un viajero del tiempo descubre al fin lo que se esconde dentro de los agujeros negros y va cambiando el mundo a su antojo, protagonizando gamberradas para espanto de su madre, que no transige con sus insolentes ocurrencias y lo castiga enviándolo a la era de los dinosaurios para que se convierta en un hombre de provecho. ¡Menuda es esa madre! Ah, bueno, a veces también le gusta ser un bienhechor y en un capítulo transportará a Hitler hasta el infierno, donde conoceremos el verdadero rostro del mal. Nada de cuernos y cola ni olor a azufre. El infierno es un lugar muy refinado, como Satanás, que hará su aparición estelar vestido de Armani, con una copa de champán francés en la mano y aires aristocráticos, que para eso es un ángel supremo.

No.

«La televisión no es una institución democrática. La audiencia no es soberana».

«En TV no eliges de forma libre, ves el programa que menos te incomoda, no el que te gustaría ver».

Elige uno de entre un número determinado y de una variedad muy limitada que no siempre es de su agrado.

Y en mi caso concreto, os cuento que yo sí quiero ver la televisión, pero no la enciendo porque sé que no me va a gustar lo que emiten. De modo, que no puedo ejercer mi libertad en este ámbito.

Apagar la televisión no es un acto de libertad, en el caso de que te veas obligado a hacerlo.

«La mayor falacia de la televisión es afirmar que desconectar la caja tonta es ejercer la libertad».

La verdad es que me siento obligada a hacerlo al no poder elegir libremente lo que quiero ver.

Uno de las causas de que el mundo ande tan perdido es que no sabe realmente qué es la libertad. Ahora bien, yo sí puedo ver lo que quiero cuando pago, cuando me abono a un canal de suscripción, al satélite digital, etc. Resulta que la libertad sale cara, como siempre.

Que nos guste ver televisión no significa que podamos ver lo que nos gusta. Son cuestiones parecidas pero muy distintas.

 

Tengo curiosidad: ¿qué te gustaría ver en la televisión?

Y a todo esto, ¿piensas que el programa de Laura Bozzo es una porquería?

 

Posdata:

“Un gran número de personas piensan que están pensando cuando no hacen más que reordenar sus prejuicios”. William James, (1842-1910.  Filósofo estadounidense, profesor en la Universidad de Harvard y fundador de la psicología funcional).